La
torrija es un alimento de origen humilde, de fácil
elaboración y que en cada casa recordamos y asociamos a esta época del año.
Buscando un poquito el origen de este postre, nos encontramos con
que aparece documentada en el siglo XV, citada por Juan
del Encina: «miel y muchos huevos para hacer torrejas».
Era, a comienzos de siglo XX muy habitual en
las tabernas y se servía con vasos de vino, incluso, en algunos
casos las torrijas, en vez de con leche se elaboran con vino blanco o
con vino tinto.
Su asociación a la cuaresma, se debe, tal vez a la
necesidad de aprovechamiento del pan sobrante.
Tal cual la conocemos en nuestro país, es una
rebanada de pan, empapada en leche y rebozada en huevo, que se fríe en aceite y
se aromatiza con azúcar y canela; en otros países la encontramos en variantes
como el "pain perdu" en Francia, la "french toast" en Reino
unido, o la "rabanada" en Portugal.
Esta que os presento, es una receta sencilla y
deliciosa, vamos con ella.
INGREDIENTES:
1 l de leche
Pan para torrijas o pan del día anterior
4 cucharadas de azúcar moreno
4 cucharadas de azúcar blanco
2 cucharadas de canela
Piel de un limón
1 rama de canela
aceite de girasol
ELABORACIÓN:
Ponemos a hervir la leche con la piel del limón y con la
ramita de canela.
Una vez que empieza a hervir, retiramos del fuego y dejamos
reposar.
Cortamos el pan; yo en este caso he usado dos tipos de pan:
uno en barra y otro, pan de molde especial para torrijas.
Mientras esperamos que la leche se enfríe, mezclamos los dos
tipos de azúcar con la canela.
Batimos los huevos.
Con la leche tibia, comenzamos a rebozar el pan; primero pasándolo
por la leche y después por el huevo, retiramos el exceso y lo freímos en aceite a media temperatura,
le damos la vuelta y retiramos a un plato con papel absorbente.
Es el momento de pasar la torrija por la mezcla de azúcar y
canela.
Ya podemos disfrutar de estas deliciosas torrijas.
Buen provecho.